Semanita en Pucón
Bien, esta entrada tenía que hacerse sobre el pucho, si no, iba a pasar lo de que pasó todo el año...
Ahí vamos: armarlo fue complicado por trabajo que está un poco más demandante de lo que planeaba, pero finalmente los planetas se alinearon: se fue todo el mundo, ¿por qué no yo?
Como siempre las artes de Marina para encontrar hospedaje dieron sus frutos y unos días antes teníamos reservas en cabañas por 30K (pesos chilenos), unos USD55 por día. Listo donde tirar las cosas y dormir.
El plan era salir el sábado temprano, pero el viernes a las 18hs estábamos casi listos, así que llamé y las cabañas estaban libres. Partimos poco después de las 20 hs... un poco tarde pero no importa. Empezamos a hacer los 800Km y al poco andar (unos 250Km en una estación de servicio se me cruza un minibus... y resultado, hora y media perdida declarando en Carabineros, nada más grave, que se ocupe el seguro de la abolladura de su puerta, la camioneta: Cero Daño y yo, solo un rato más en la ruta.
Finalmente llegamos casi a las 4 de la mañana, a una cabaña linda y caliente.
La mañana siguiente fue de lluvia y fiaca, igual fuimos a hacer la recorrida de reconocimiento y terminamos subiendo el camino al volcán Villarrica, con una niebla de mil demonios y lluvia, nada agradable pero igual subimos hasta la base del centro de ski a ver si daba para que los chicos vieran nevar y jugar con los trineos. Pero no, en la base también llovía y el frío era intenso, así que buscamos otros destinos como ir a comprar Strudel y tomar onces (el té).
El Domingo, con tiempo también malo pero con mejoras temporales, trajo otros destinos por las calles cerca de la cabaña y el caminito nos llevó hacia el Lago Caburgua pasando por la laguna azul y los Ojos de Caburgua. En síntesis se trata de aguas surgentes que van a parar con cascadas a una laguna que recibe una catarata del río Trancura. El lugar es llamativo y para los chicos todo un bosque exótico para explorar y para mi, unas muy lindas fotos.
Fuimos sorprendidos por la variedad y calidad de la gastronomía de Pucón. Acá na breve reseña:
Pucón es un lugar famoso y muy concurrido por gente pudiente en verano, es decir verano, pero en invierno parece que no interesa, así que siendo montaña y un pueblo que copia la arquitectura de San Martín de Los Andes, en invierno e inclusive en la semana de fiestas patrias, es temporada baja.
Morfamos (como argentinos en día lluvioso) en una parrilla uruguaya muy bien, seguimos comprando Strudel y arrollados, fuimos a comer buena Pizza a Pizza Cala, propiedad de un argentino, y siempre bien.
Hicimos compras, especialmente la “sorpresa” de cumpleaños de Marina. Merece la acotación. Acababa de retar a Joaco por escalar el frente de cuanto edificio de piedra cruzamos, así que el tipo se puso de mal humor, supongo más que por tener que reprimir su vocación que por el reto, cuando vi algo que me gustó para regalo. Tenía queser sorpresa y ese fue el trato con Joaco. Cuando estaba envuelto el regalo, pagado y en su bolsa, llega Marina:
- Marina: qué me compraron de regalo?
- Yo: Sorpresa, vas a tener que esperar al miércoles
- Joaco: ese sombrero verde!
No hace falta otro comentario. Igual Marina quedó feliz, con el sobrero y con la evidente lealtad de su hijo.
Llegó el Lunes y tocaba cumplir con ir a buscar a la suegra a Junín de Los Andes. La odisea empezaba bien, salvo que al llegar a la aduana chilena, me recuerdan que me faltaba un requisito: el seguro de responsabilidad civil que exige el gobierno argentino para los autos extranjeros... vuelta a Curarrehue y después de 1 hora de luchar con una conexión pobre y sitios de compañías de seguros logramos el cometido solo por 30 dls.
De vuelta en aduana de Mamuil Malal al pie del volcán Lanín, nos avisan que los piqueteros tienen tomada la ruta. Argentina no nos podía defraudar así que al llegar a la entrada de Junín estaba el Micro con la suegra (también atrapada junto a una centena de autos y buses). La frustración fue que no podíamos pasar ni a cargar combustible, ni hablar de los planes que hicimos de ir a comer unos buenos sorrentinos y contrabandear la dotación de yerba mate. Objetivos no cumplidos... Como no estábamos cómodos de combustible, y también estábamos atrasados en tiempo, con tres leones hambrientos sentados atrás, lo razonable fue volver derecho a Curarrehue a improvisar una mala comida. No sin antes tampoco poder pasar al Lago Tromen, los árboles caídos en el camino y nieve por todos lados hubiesen sido un desafío para dos o tres jeeps, pero no para uno solo que cargaba una suegra malhumorada, esposa molesta y menores incordiosos. El desquite fueron unas buenas fotos del Lanín que se dignó a mostrar su cumbre. De vuelta en Pucón con toda la tropa.
Martes: planes frustrados. Marina andaba con un dedo inflamado que empezó a doler así que hicimos turismo por el hospital San Francisco de Pucón y nos dimos el gusto de gastar plata en una operación de dedo que debió ser hecha en Santiago. El incidente dejó a Marina con una mano menos y a nosotros re-armando planes: Marinita ligó y fuimos a cabalgar por la zona.
El miércoles ya no aguanté y por más que fuera el cumpleaños de Marina, la dejé en Pucón con su madre, Sebastián y Marinita. Joaco y yo nos fuimos a esquiar al volcán Villarrica.
El volcán es él capítulo especial del lugar. Es uno de los más activos de Chile y eso nos es poca cosa. Permanentemente despide humo por su cráter, como en el dibujo de un escolar. Domina toda la zona con algo más de 3000m de altura y en esta época está nevado hasta el bosque que cubre su base, siendo el Parque nacional de Villarrica.
Había buen tiempo así que pude sacar unas fotos interesantes.
Los medios no son gran cosa, por no decir que son viejos y lentos y no todos andan. Pero la sorpresa agradable fue que las pistas son lindas para pasear y que hay mucho fuera de pista muy divertido. Por añadidura, es más barato que la mayoría de los centros de ski de Chile.
El refugio/restaurante en el medio del centro es bueno, bien nutrido y no demasiado lleno de gente, así que también fue reconfortante usarlo.
Para las 3:30PM Joaco estaba agotado de hacer bajadas y se ponía vago, así que siguiendo el consejo de Marina, bajamos.
Habíamos subido un par de esquiadores a la ida que nos idieron bajar también. Como tenían un taller de equipos de ski, Joaco ligó cantos, base y encerado de sus skis, en canje por el aventón.
Esa noche, salimos a comer en familia extendida - no se olviden, que esa noche nos acmpañaba la madre de mi mujer, el resto de la semana nos acompañó mi suegra, que es otra cosa completamente distinta.
Elegimos el restaurante Ana María como para hacer presente otros parientes más – hermana y madrina de Marina -. Especializado en Pescados y carnes de caza. Fue una noche de elecciones acertadas ya que todos los platos eran buenos, desde las entradas: camarones saltados y locos al ajillo a los platos principales: Liebre a la cacerola y Jabalí al Cabernet Sauvignon. Con toda esa comida y los chicos dormidos no quedó espacio para el postre, así que rodamos hasta la camioneta y a enroscarnos por esa noche.
El jueves… lluvia, mucha lluvia, mucha fiaca. Igual nos dío para darnos una vueltita por el plaza de Pucón en una pausa de la lluvía (con alquiler de cartings incluidos y compras para deudas de cumpleaños) y también por la reserva Mapuche y llegar hasta el Río Plata, pero como era tarde, no hubo fotos.
Viernes: todo el mundo al centro de Ski. Se amurró (empacarse en chileno) la suegra, pero igual se la tuvo que aguantar.
El tiempo no era una maravilla ya que estaba nublado en la base, pero arriba brillaba el sol y hacía todo el calor que extrañaba mi suegra en la base… por qué no subió? Hay teorías variadas, igual mi favorita es que ese día estaba más agudo su instinto de suegra.
Sebastián logró deslizarse, rodar, enterrarse, comer y potrear en la nieve. Joaco y Marinita, esquiar bastante. Marina madre? Una bajada y se cansó!!!! Igual dió oportunidad a que tengamos nuestro momento romántico en una silla con una vista increíble.
Finalmente logré subir a todos los chicos y sentarlos en la mesa del restaurant - solo faltaba la suegra- donde los chicos hicieron su show, el clima nos regaló un atardecer soñado con temperatura primaveral a 1800m rodeados de nieve. Mucho glamour… que duraría poco pero bien lo valía.
Para la hora del cierre del centro ski, bajamos todos – con mi suegra incluída, la mamá de Marina no volvió a aparecer –
El Sábado fue día de regreso, sin incidentes y bien recibidos por los peludos que fueron abandonados en casa.
Conclusiones: encontramos un buen lugar para hacer base en cualquier época del año, un centro de ski chico y accesible donde sentirnos cómodos y volver el próximo año. Ojalá tengamos una nueva entrada con Pucón en el Blog.
2009-09-20 SemanitaenPucón |